martes, 10 de enero de 2012

Crónica de Don Nadie

Crónica de Don Nadie, que vive en ningún lugar,
resiste porque se alimenta de aire y sueños
y nadie sabe que existe, a la vista son tan pequeños
que hasta dejan de soñar.
Sueña de noche cuando el frío lo permite
y a la luz de la luna, reza plegarias a un dios imaginario.
Son los guardianes de la calle desierta
son los que callan con la boca abierta
y los que dejan entrever en su mirada el calvario.
El transcurso de la vida sigue y la lluvia no frena
el rápido paso de la gente ante su ventana,
tan inmensa que no tiene umbral, y aveces pena
lo visita, y aveces esperanzas.
Pero le mutila su compañera soledad cuando
solo la encuentra en la sociedad vagando.
Y así vive cada día y un futuro cierto
como un fantasma condenado a esta tierra
ya no espera nada, y odia el pobre las horas despierto
y el reloj le palpita cuando sus ojos cierra.
Casi no llora, pero sí se humedece
y no le queda más remedio
que ver desde su ventana inmensa sin umbral
como amanece y anochece
esperando la noche para soñar.

Sueña el pobre la riqueza
sueña el que espera la llegada
sueña el artista con la belleza
Pero Don Nadie, ya no sueña con nada.

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