lunes, 16 de mayo de 2011

Por vosotras

Este amor tan complejo pensaba

que no existía, y con el paso de los días

me convencía, de que la amistad

era la que te tienes a ti misma, o trataba

de convencerme, de que así, nadie me quería.


Y fue cuando os conocí, musas de poesía

y aprendí que una amiga, un día te daba

la alegría que mi ser necesitaba

ese trozo de mi historia que es mi vida

que a mí hasta entonces me faltaba.


Y saber que estais conmigo es lo que hace

los minutos más fáciles, los años más fugaces.


Tan bellas cada una con vuestras peculiaridades

que suerte es teneros y compartir tantos momentos.

Y entonces aprendí que con vosotras, amistades,

tantas veces os agradecería, como os diría "lo siento".


Si me he equivocado en algo, me disculpeis.

Si os he sacado una sonrisa, me enorgullezco,

pues os debo más de lo que vosotras creéis

porque a vuestro lado cada día más crezco, y crezco, y crezco...


De vuestra mano busco de vosotras aprender,

y me enseñais valores, y me inculcais la verdad.

Y si algún día os fallo, es por culpa de mi edad,

tened paciencia compañeras del camino

de mi formación como mujer,

que igual que vosotras vino

de vuestro lado mi alegría y mi ser.


Y esta etapa tan bella como tú

amiga, a tu lado yo pasé

lo mejor que te da la juventud

en tí el futuro, el presente y el ayer.



por vosotras

miércoles, 4 de mayo de 2011

Yo, materia inerte

Soy cuerpo, materia blanca ambulante.

Ando por inercia, y aveces no se si respiro.

Fue castigado mi corazón y se volvió tan frío.

Vendí mi alma, por revivir el instante,

y duró el placer lo que dura un suspiro.


Se fue alejada de mi ser, ya no ser pensante

y entre piel y piel habita en mí el vacío,

tan lleno estubo, en cuanto era antes,

ya no soy nada, porque ya todo lo he vivido.


Y me consumo en un silencio agotador

que justo me pareció ver mi alma hoy

en tí, y no se como, si ser no soy,

si no tengo sentidos, sentí en mi el dolor.


Tampoco sé si no parpadeé por debilidad,

o por no perder un segundo de mirarte.

Todo lo que componía mi ser, te lo llevaste

y no pude dejar de mirarte, y mirar, y mirar.


Y de repente el frío se convirtió en calor.

Me consumí ante tí, y viví mi muerte,

y ahora ya no sé si busco el verte

ni si puede funcionar un cuerpo sin motor.


Vacío

Vacío, entre palabra y nada,

Vacío entre pecho y espalda.

Vacío, hay un vacío que nunca sabrás,

ni que te llevaste cuando marchaste

mi alma detrás.


Si algún día ves que huyo

pero no puedo correr hacia atrás

y voy huyendo hacia tí,

es porque mi cuerpo es tuyo

tu eres la fuerza de la gravedad

tu mi principio, tu mi fin.


De que sirven mis manos si no es para tocarte.

Para que tener oidos, si no escucho tu melodía.

Te llevaste el sentimiento, pero aun puedo amarte,

llevate también mi cuerpo, a donde sea, cualquier parte

Pero no me dejes anclada en el recuerdo de aquel día,

que el sentido de mi vida en un segundo me arrebataste,

y para poder seguir amando, me reencarne en poesía.

Lágrimas

Ellas nacen del mar más inmenso
de aguas cristalinas que en tí habita,
y salen a corretear por tus mejillas
sin previo aviso, dibujando en tu lienzo,
en tu faz, caminitos tan mojados
que resvalan en tus ojos poesía
y a ellas les brindo el fín de mis días
y a ellas les debo, alegrías, enfados...

Nadaría por los ríos que forman tus ojeras
y las bebería sorbo a sorbo si berberlas pudiera.

Hablan un lenguaje ausente.
Sutiles, bellas, todas diferentes.

Las lágrimas no tienen rivales,
pues con más o menos razón,
todas ellas son iguales
si salen del corazón.

Nos acompañan en nuestra vida
desde que de sangre y sudor nacemos.
Pero las últimas... ¡Oh, amarga saliva!
Las últimas llegarán cuando nos marchemos.

Y desde que crecemos,
las lágrimas nos han enseñado
que aunque aveces no las vemos,
es porque las han guardado.
Y esconderlas largos tiempos es complicado.
Pues al fin y al cabo, juguetonas,
estas están en todas las personas,
y todos nosotros también hemos llorado.

Aveces nos contagian sin quererlo,
y acaban cuando el cuerpo acabe,
que no hay desgracia que lágrima no lave
y aunque no quieras verlo,
llorar es una esclavitud a la que te somete
tu cuerpo, pues no tenemos libertad
de llorar por que sí, si nos apetece
ni de queriendo, dejar de llorar.