Temo a quien en la cama aun te mece,
y temo si todavía a tí ella te ama.
Porque esta herida de mi mitad más escuece
cuanto más ella aviva la llama.
Temo a quien intenta besarte
aunque luego tus labios la esquiva.
Pero si un día consiguiera ella amarte,
se llevará también de mi ser, parte,
y con tus besos beberá de mi saliva.
La temo aunque la compadezco y la admiro,
y también siento que envidio su inocencia
de no saber como yo sé que es compartido,
y de que él no sea, como para mí es, su existencia.
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