lunes, 13 de diciembre de 2010

Hay un hombre solo al final de la barra.
Bebe cerveza, fuma, y en su cabeza medran canas.
Surcos en su piel por cada golpe de los años,
el bar está lleno, pero él sólo está sentado.

Quizá espere el aliento que la vida aun no le ha dado,
está solo, está triste, y tiene cara de cansado.
En la tele el fútbol, algunos celebran el gol,
y el hombre, mi querido viejo, solo mira el reloj.

Hay un hombre solo, al final de la barra,
yo lo miro y lloro, me apetece abrazarlo,

Quizá viudo, quizá casado, o quizá solo le falta amor
pero sigue solo, y el tiempo pasa, y sus delgadas manos expresan dolor.

Se acerca solo a pagar, noto que le tiemblan los dedos
y se aleja del bar, sale lento de este agujero.

Lo miro marchar, luego miro a mi alrededor
y siento mi café más amargo, y se combierte en frío mi calor.

37º en el ambiente, y lo siento marchar.
Mi viejo desconocido ¿Algo te puede consolar?

siento que la vida es esto, arrugas, canas y un final.
¿Quién me escribirá a mí, cuando esté sola en un bar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario